La CIA, a cargo del republicano, conservador y católico, John Mc Cone, temerosa de que cundieran por América latina ejemplos como los de Castro, Nasser o Ben Bella, desconfiaba más de los “nacionalismos de izquierda” que de los marxismos legales. Era el caso del Partido Comunista Dominicano, que nunca apoyó a Bosch, entre otras cosas porque participaba de la “Legión del Caribe”, que agrupaba a liberales centroamericanos, antidictatoriales y amigos de los Estados Unidos y que integraban José Figueres en Costa Rica, Rómulo Betancourt en Venezuela y Muñoz Marín en Puerto Rico.

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