El recelo con que el mundo miraba a aquellos setecientos millones de chinos que pretendían, además de comer, castigar al hombre blanco por haberlos humillado durante tantos años, no fue obstáculo para el semanario francés “L’Express” consagra a Mao como el hombre del año. China y Francia tenían algo en común; ambas se habían negado a firmar, en 1963, el Tratado Nuclear de Moscú que aspiraba a la no proliferación de armas nucleares, acordado por la Unión Soviética, Inglaterra y Estados Unidos.
En América latina, en tanto, las aguas se agitaban.

0 comentarios: