De todos los personajes que la cultura popular mexicana contempla entre sus más representativos, sobresale uno muy característico, que sólo se hace pronunciar en un par de días específicos.
Se trata de una personalidad que, apenas iniciado el penúltimo mes del año, sale de sus aposentos para acompañar a todo el pueblo mexicano en el festejo que se hace en honor a todos los muertos.
La dama de la que les hablará ahora viste con sus mejores prendas y el mejor de sus sombreros muy bonitos por cierto; aunque en pose parece muy fina y recatada, déjenme decirles que de eso no tiene nada. Es muy elegante eso si, pero siempre anda haciendo de las suyas donde quiera que anda. A veces se sale con la suya, otras tantas le gana el azar de la vida. De cualquier forma está siempre presente en las fiestas en las que los muertos vuelven a la vida.
Su nombre es La Catrina. Por todos los mexicanos es ya muy conocida, tanto, que a veces se le involucra con la tía, la maestra de la escuela, los compañeros de trabajo, amigos y otros parientes cercanos.
De dónde viene La Catrina
Vamos a ver ahora ¿Quien es La Catrina, ese mítico personaje con el que la cultura mexicana ha sabido muy bien identificarse?
Esta elegante calavera es la representación caricaturesca de la clase privilegiada que imperó en México a fines del siglo XIX y principios del XX, durante la dictadura del porfiriato.
El nombre de Catrina, proviene de la palabra "catrín", sinónimo de elegante, distinguido, bien vestido, fino, sofisticado y otros adjetivos con que el pueblo denominaba a las clases privilegiadas de esa época.
Por las tardes, las señoras de la alta sociedad que vivían en las casas del primer cuadro de la capital salían a dar un paseo por la Alameda, siempre muy elegantes, con su sombrero y una sombrilla.
La Catrina es la compañra del Catrín y con ese garbo ha permanecido hasta nuestros días.
Las calaveras que engloban la poesía popular y el grabado fueron iniciadas por Manuel Manilla y continuadas por José Guadalupe Posadas que plasmó con singular maestría un mundo fantástico en el que sus personajes representaban la comedia humana.
Alcanzó y forjó su popularidad cuando el también artista mexicano Diego Ribera la retrató junto a él y Posada en su célebre mural "Un domingo en la Alameda".
Elegante y distinguida
¡Y vaya que se hace distinguir! Por cierto, ¿Qué seria de ella sin su peculiar sombrero? Obvio dejaría de ser catrina.
Por cierto que de La Catrina tenemos junto con pegado a las también populares calaveritas de dulce y chocolate que adornan las ofrendas del 1 y 2 de noviembre.
A La Catrina se le ve de dos formas: una en los grabados, papel picado y escultura y también en forma de cuartetos en versos rimados.
No hay que confundírsele con la Santa Muerte, nada que ver, La Catrina está mucho más viva. Existen rumores que relacionan a La Catrina con la Santa Muerte, pero la verdad es que no tiene mucho que ver.
En la mayoria de los mercados artesanales de México se puede encontrar innumerables esculturas sobre los más variados temas. La Catrina es un personaje del que no puede faltar modelo hecho a base de barro, cerámica o madera.
La forma en la que siempre se la representa varía en su vestimenta, pero nunca, nunca, se le ha de moldear de otra manera: erguida, elegante y distinguida.
Nota: Donde esté La Catrina, que se quiten todas las calabazas "halloweenenses". ¡¡Ni modo que se puedan comparar a ella!!
1 comentarios:
Por una vez y, sin que sirva de precedente, coincido con en su apreciación. La Catrina tiene clase, elegancia, distinción. Nada que ver con la fantochada esa de la calabaza de Halloween.
Felicito al pueblo mexicano por su buena elección ¡¡esto es tener clase señores!!
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