Por la misma época, el mundo entrenaba los cambios más profundos que las sociedades hayan registrado después de la Segunda Guerra Mundial la posibilidad de un holocausto nuclear y el ímpetu revolucionario de la China De Mao, que a diferencia del comunismo soviético no se contentaba con cambiar la vida sino que pretendía cambiar al hombre, eran percibidos como una amenaza para el planeta. (Ref. tira 3 de noviembre ’64).

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